lunes, 20 de agosto de 2012

Capítulo 9

Salimos los dos de casa y nos encaminamos al pueblo.
Fuimos hablando un poco  de los dos.
-¿Y cómo es que no te he visto antes por el pueblo?-pregunté-Si se supone que vives aquí...
-Bueno, mis padres murieron pronto y yo quedé al cargo de mi tío, que vive en el pueblo de al lado. Ahora que soy mayor de edad, he vuelto aquí, ha vivir a casa de mis padres.
-Ah. Una historia triste, la tuya.
-Sí, pero para triste ya está tu historia... ¿Qué ha podido hacer alguien como tú para estar castigada?
Sonreí.
-Las compañías que frecuento últimamente no son... Del gusto de mis padres.
-Padres. Siempre quieren lo mejor para sus hermosas hijas.
Eso me hizo reír.
Nos sentamos en uno de los bancos de la plaza y seguimos hablando de nosotros, conociéndonos.
Era rubio, con unos grandes enormes ojos azules y la piel pálida. Era bastante más alto que yo y, aunque esbelto, era fuerte.
Como dijo mi hermana la primera vez que le vimos, recordaba mucho a Niall.
Pero Matt tenía algo que Niall no.
Y no sabía qué era, pero pensaba descubrirlo.
Me abrí a él con facilidad.
Le conté lo unida que estaba a mi abuelo y el golpe tan grande que me supuso su muerte e inclusó llegué a hablarle de los chicos y la curiosa forma que tuvimos de conocernos.
-¿Y te preguntaron por Vladimir?
Me sorprendí al oír el nombre del vampiro en sus labios.
-¿Le conoces?
-Aquí en el pueblo, su historia es muy conocida.
-Ah, claro.
-¿Te apetece seguir paseando mientras hablamos?
-¡Claro!
Echamos a andar por la linde del bosque, cuando vi, a unos cuantos metros de nosotros a los chicos...Y a mi hermana.
¿Y esto? ¡Se había escapado!
Negué con la cabeza.
Menuda era mi hermanita pequeña... Por supuesto, no la delataría a papá y mamá.
Levanté el brazo y les saludé, con la esperanza de que me vieran.
-¡Mira! Ahí está mi hermana y los chicos de los que te hablé.
Ella y los chicos me devolvieron el saludo.
Todos menos Niall, que tenía las manos en los bolsillos.
Matt me agarró del brazo y tiró de mí hacia el bosque.
-¿No quieres que te los presente?
-Quizá en otra ocasión. Ahora quiero enseñarte algo.
Nos internamos en el bosque.
Él me guíaba, sin soltarme el brazo.
A mí, personalmente, no me importaba nada el contacto, aunque su mano estaba fría.
Me llevó a un prado, donde nunca había estado antes.
-¿Ves eso?-dijo, señalándome un barranco-Ese es el barranco por el que Christine se cayó en su huida de Vladimir.
-¿Cómo sabes eso?-pregunté, interesada.
Él sonrió.
-Digamos que he estudiado un poco esa historia.
-Me gusta este sitio-comenté.-Nunca había estado aquí. ¿Cómo lo descubriste?
-Buscando el barranco fue como llegué aquí. Este es el sitio donde él intentó transformarla... Y salió mal.
-Su historia es muy triste.
-Pues menudo día de historias tristes que llevamos, ¿no crees?
Asentí, levanté las manos en alto y, canturreando, me puse a dar vueltas y a bailotear, haciendo que la camiseta se me subiera un poco.
-¿Qué son esas marcas que tienes en la cadera?-preguntó.
-¿El qué? ¿Esto?-dije, dejándole ver mi cadera.
En ella podían verse dos manchas, como lunares, perfectamente alineadas.
-No sé, nací con ello.
-Muy interesante.
Y se quedó pensativo unos instantes, sonriendo.
Nos tumbamos en el césped y seguimos hablando hasta que empezó a chispear y echamos a correr hacia el pueblo, donde nos refugiamos en un bar que él decía que era muy acogedor.
Yo me tomé un café y él se decantó por una Coca Cola.
Cuando terminó de chispear, insistió en enseñarme su casa, ya que él había visto la mía.
-Ni siquiera la viste entera, no pasaste del recibidor.
-No importa.
Su casa, al igual que la mía, quedaba a las afueras del pueblo.
Era una casa enorme, muy parecida a la que tenían los chicos.
-Creo que esta casa antes era un castillo, pero se llevaron las piedras de este para hacer algunas casas del pueblo, aunque conservo alguna que otra mazmorra.
-¿En serio?
-En serio. Las uso como bodega.
-Eres un chico prático.
Eso le hizo sonreír.
Desde luego la casa conservaba un aire de castillo.
Los muebles eran antiguos aunque se veían cuidados. Tenía sillones cómodos, enormes armarios y grandes lámparas de araña.
Me enseñó también las bodegas, que estaban a rebosar de botellas de lo que supuse sería vino, porque... ¿Qué otra cosa podía tener ese color tan...? Reí. Qué imaginación la mía.
Me invitó a tomar otro café en el salón mientras me explicaba un poco la historia de la casa.
-Y hay un fantasma al que le gusta atacar a jovencitas guapas como tú.
-¿De verdad?-dije, sonriendo.
-Pero mientras estés conmigo, no tienes nada que temer. No le van los tipos feos como yo.
Reí.
-¡Pero si no eres feo en absoluto!
-¿Eso crees?
-Eso sé.
Sonrió y yo terminé de beberme el café.
-He observado que no tienes televisión.
-¡Oh! No soy mucho de nuevas tecnologías, a decir verdad. Prefiero un buen libro o escuchar algo de música. Toco el piano, entre otras cosas e incluso compongo.
-No, ¿en serio? ¿Crees que podrías tocar algo para mi?
-Claro. Subamos arriba. El piano está en una habitación que no te he enseñado.
Subimos las escaleras y llegamos a una habitación que tenía un piano enorme y más muebles antiguos.
Él se sentó frente al piano e hizo un gesto para que me sentara a su lado.
Así lo hice.
Apoyó las manos sobre las teclas y empezó a tocar, desprendiendo de estas una melodía que pronto reconocí.
-Sonata de claro de luna de Beethoven. Mi canción favorita. ¿Cómo has...?
-Llámalo intuición masculina.
Estuve mucho tiempo escuchándole tocar e incluso me enseñó unas notas a mí.
-Creo que será mejor que vuelvas a casa ya. Si estás castigada, lo mejor será no abusar mucho.
-Tienes razón.
Volvimos andando, riendo y hablando.
Llegamos a mi puerta.
-Un placer haberte conocido, Matt.
-El placer es mío.
Le di un beso en la mejilla y ya se iba cuando una pregunta me vino a la mente.
-¡Matt, un momento!
-¿Si?
-Hace unos días mi hermana y yo nos fuimos de compras y te vimos un par de veces. Nada más vernos, salías corriendo, ¿por qué?
Sonrió.
-No es fácil hablar con chicas tan guapas como vosotras, ¿sabes? Soy algo tímido. Hice un par de preguntas en el pueblo y me dijeron de quién érais hijas, así que reuní algo de valor y me acerqué a veros.
-Oh.
Siguió sonriendo.
-¿Volveremos a vernos?
-¿Acaso quieres volver a verme?
-Me encantaría.
Rió con una voz que a mí me sonó a música celestial.
-Entonces volveré otro día a ver si tu padre te levanta de nuevo el castigo.
Me guiñó el ojo y se fue.
Dios, que alguien me dijera que ese chico no era un sueño.
Abrí la puerta.
-¡Hola papá! ¡Hola mamá!
-¡Hija! ¿Qué tal con Matt?
-¡Jo, papá! Es un amor de chico.
-Esas son las clases de compañías que te convienen.
-Sí, vale. ¿Crees que podría salir otro día con él?
-¿Habéis quedado para otro día?
-Sí, si me levantas el castigo.
Mi padre se lo pensó.
-El castigo solo tiene que ver si es para salir con esos chicos. Puedes ir con Matt cuando quieras.
-¡Bien! ¡Gracias papá!-dije, abrazándole y cubriéndole de besos.
-Y toma, tu móvil. La próxima vez, llévatelo.
-¡Gracias papá!
Subí arriba más contenta que todas las cosas y entré en la habitación de mi hermana.
Esta estaba tumbada en su cama, leyendo, como hacía siempre.
Me tiré sobre la cama.
-¡Ah, Claudia, no te lo vas a creer! ¡Matt es un amor de chico! ¿Cómo pudiste decirme que me iba a tratar mal? ¡Ha sido fantástico y él ha sido muy atento! Mira, primero estuvimos hablando y después...
Le conté a mi hermana hasta el más mínimo detalle y esta iba poniendo diferentes caras según la narración iba continuando.
-¿Estás loca? ¿Se puede saber por qué le hablaste de los chicos y lo de...Lo de la mordedura del abuelo?
-Porque él merece saberlo. Si es mi amigo, puedo contarle cualquier cosa.
-¿Y qué pasa con lo que dijeron los chicos, eso de qué es... Malo y eso? ¿No te importa? ¿Crees que te lo van a decir para fastidiarte?
-No sé por qué dijeron eso, pero he comprobado que no es cierto. Quizá le tengan manía al pobre chico.
-¿Tú les ves con cara de cogerle manía a alguien como para ir diciendo cosas tan fuertes sobre él por ahí?
-No lo sé.
-¿Y sabes que Niall se enfadó cuando les dije que te habías ido con Matt? Él me dijo que no te dejara ir con él, que era por tu bien y aún así, te fuiste...
-¿Qué Niall qué? ¿Se enfadó?
-Sí. Mientras hablaba por teléfono con Harry gritó "¡¿Qué?!" cuando lo escuchó y después, de una patada, rompió la pata de una mesa y esta se rompió... Y luego, cuando salí con ellos-aquí bajó la voz-Llevaba una cara de agrio que no podía con ella y no hacía más que gruñir.
¿Niall, enfadado porque me fui con Matt? Pero... ¿Por qué? Nada tenía sentido. ¿Por qué, si todos me habían dicho que no lo hiciera, era él el único que se enfadaba de esa manera? No entendía.
-Bah, no sé, no me importa. ¿Te he dicho ya que Matt ha tocado mi canción favorita en el piano? ¡No sé cómo la ha adivinado, pero lo hizo!
-¡Chicas, a cenar!-gritó mamá desde abajo.
-¡Ya vamos!
Bajamos las dos y nos sentamos a cenar.
Le había comentado a Claudia que me habían levantado el castigo si era para salir con Matt y ella deció probar suerte.
-Papá...
-¿Hum?
-A Cris le has levantado el castigo para que pueda verse con Matt...Y si yo no veo a los chicos, ¿podría salir también?
-No, tú no que de ti no me fío.
-¿Qué?
-Sé que tu hermana no irá con ellos mientras esté con Matt, pero... ¿Y tú? ¿Qué harías sola? Irías corriendo a verles.
-¡No es cierto! ¿Es que no puedes darme un voto de confianza?
-Dame razones para confiar en ti y entonces lo haré.

¡Bueno, gente! Pues aquí estoy yo, Cris Vila Jb, con otro capítulo. He escrito hoy dos, ¿eh? Veremos si puedo escribir mañana el 10. Como véis, estoy escribiendo todo lo rápido que puedo para intentar compensaros por los días que no he estado. Y es porque os quiero aunque yo sé que vosotras sólo me queréis por la novela *Lloro* Bueno, fuera dramatismos.
Love ya.


2 comentarios:

  1. Muchas gracias! Me encanta como escribes,desde el primer capitulo que lei de tu novela "Forever Young",escribes genial.Bueno,espero con impaciencia el siguiente capitulo! :) Bueno los siguientes ;-)

    ResponderEliminar
  2. Hola!! Me encanta la novela!!! :D
    Seguidla pronto besos! :)

    ResponderEliminar